Durante las elecciones de este 2022 tanto al congreso como a la presidencia, candidatos y ciudadanía en general aludieron a discursos que según el informe En sus marcas: la carrera de las mujeres en la política, realizado por el Observatorio de violencias políticas contra las mujeres, se enmarcaron en narrativas relacionadas con sexualización, menosprecio físico, menosprecio de capacidades, desprestigio, instrumentalización y señalamiento como cuota de género. Encontrando a las violencias psicológicas como una manifestación común en todas las categorías de análisis, lo cual “desestimó, degradó, o buscó controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otras personas por medio de intimidación, manipulación, amenaza, humillación, aislamiento”, señala el informe.
Alejandra Florian Camargo, politóloga y lideresa de innovación democrática en la organización Artemisas, explica que “la política como la conocemos es un espacio muy hostil, un espacio ocupado históricamente por hombres, así que cuando las mujeres emprenden la carrera por llegar a estos espacios de poder comienzan a generarse unos discursos de odio y discriminación que se enfocan siempre en desprestigiar, menospreciar, o a veces instrumentalizar a las mujeres”. Lo que se suma a acciones como la repartición desigual de recursos de campaña para hombres y mujeres dentro de los partidos políticos, lo cual repercute directamente en su invisibilización, según detalla.
Uno de los candidatos que más discursos machistas pronunció fue Rodolfo Hernández. Hizo comentarios como “el ideal sería que las mujeres se dedicaran a la crianza de los hijos, pero como tienen a toda la ciudadanía arruinada, a la mujer le tocó ponerse a trabajar para aportar” y “yo recibo (en mi campaña) a la Virgen Santísima y todas las prostitutas que vivan en el mismo barrio con ella”.
En estos comentarios se evidencia la pretensión de “ejercer el control, mantener la subordinación femenina y las relaciones e identidades de género tradicionales”, lo cual corresponde a la definición que hace la organización Mugarik Gabe de violencia machista, entendida como una forma de dominio y relación desigual.
Respecto al comentario de Hernández sobre las prostitutas, Katherine Ángel, licenciada en educación comunitaria con especialización en derechos humanos, trabajadora sexual y activista argumenta que “él demostró ante todo que su campaña era machista, además era una constante misoginia porque él desaprobaba absolutamente a las mujeres en todos sus ejercicios de trabajo, no solamente a las trabajadoras sexuales sino en general a las mujeres. Pienso que son más las ganas de politizar el discurso desde la moral y ponerse en el lugar de una persona supuestamente correcta para que las personas les crean”.
Florian coincide: “en la campaña desafortunadamente conocimos muchos ataques, mucha violencia por parte de Rodolfo, a través de audios y de videos, no solo con las mujeres también con hombres, reconociendo que él es un hombre hostil, pero muchos de sus comentarios en campaña eran de un desprestigio contra la mujer increíble, de un tema de minimización de sus capacidades en términos políticos, de cómo las mujeres no pueden estar en la política”.
Hernández también afirmó en la campaña que el 70 % del gabinete durante su alcaldía en Bucaramanga fueron mujeres, lo cual resultó discutible tras la verificación hecha por RedCheq y ColombiaCheck en la que se identificó que “en general cumplió con la cuota de género del 30 % exigida por la ley y en algunos periodos de su gobierno la superó, pero no llegó al 70 %”. Sin embargo, este tipo de manifestaciones, confirma Camargo, corresponden a una forma de narrativa machista que busca instrumentalizar a las mujeres y su representatividad con el fin de figurar como “incluyentes, diversos y amplios”, explica.
Los discursos machistas más reiterativos según el Observatorio de violencias políticas contra las mujeres, son los relacionados con la sexualización y el menosprecio físico. Camargo explica que en el primero se valora a la mujer por “su apariencia física, su atractivo, sus cualidades físicas hegemónicas y se convierte en un objeto de deseo sexual que la maximiza como candidata al congreso, por ejemplo. Entonces vemos comentarios como ‘es muy linda, voto por usted’, ‘me encanta, le doy mi voto’ en lugar de identificar sus capacidades”.
Comentarios de este tipo, enmarcados como sexuliazación, los recibió la politóloga Katherine Miranda, reelegida como representante a la cámara por la Alianza Verde.
El segundo, es decir, el menosprecio físico, complementa Camargo, “son referencias negativas, referencias ridiculizantes que hacen de las condiciones físicas de las mujeres, las discriminan, las desprestigian en su rol de representación”.
Este tipo de discurso machista también lo ha sufrido la politóloga María Fernanda Cabal, electa nuevamente como senadora por el Centro Democrático, según análisis del informe En sus marcas: la carrera de las mujeres en la política.
El mismo informe acota que para la categoría de violencia por sexualización ejercida contra las mujeres “en algunos casos se habla explícitamente de la vida sexual de las candidatas y en otros se describe a las candidatas como ‘perras’, ‘zorras’, ‘putas’ o ‘prostitutas’”.
Catalina Moreno Arocha, abogada con maestría en derecho público y coordinadora de inclusión social de Karisma, organización que promueve los derechos humanos en el mundo digital, agrega que “la violencia en Internet impacta de manera diferencial a las mujeres y este impacto es aún peor cuando se trata de mujeres públicas, porque lo que hacen es desafiar esos roles que siempre nos han asignado a las mujeres”, en ese sentido, “las violencias que son dirigidas a los hombres hablan de amenazas de golpes, que también son muy graves obviamente, pero las violencias que son dirigidas a mujeres hablan de daños a su integridad sexual, exponen sus datos, sus fotos, se centran en la sexualización”.
Además, como evidenció el informe En sus marcas: la carrera de las mujeres en la política del Observatorio de violencias políticas contra las mujeres “este tipo de afectaciones las reciben mujeres de todos los espectros políticos, independientemente de sus corrientes ideológicas, preparación o cualidades”.
El machismo no descansa ni cuando las mujeres ganan
Arocha expone que los discursos machistas “afectan la democracia porque tienen una finalidad especial y es hacer callar a una mujer definitivamente, sacar a una mujer de la política, cuestionarla por temas personales y no por sus ideas”, mientras “debatir sobre ideas fortalece la democracia, debatir sobre ataques personales afecta la democracia porque a la larga las mujeres tendrán mayores barreras para llegar a participar en política”. Y agrega que pese al “montón de barreras para ser candidatas, cuando lo son lo que buscan es siempre callarlas y disminuir su presencia”.
Esto se evidencia en el caso de Francia Márquez Mina. Florian narra que “Francia es una mujer que rompe esquemas, que reta al establecimiento, a las élites blancas también. Estos recursos (desinformaciones) se los inventó la sociedad que no está de acuerdo con ella, para que no llegara a la vicepresidencia ni a ningún cargo de poder y ahora, que ya está ocupándolo, los utilizan para ponerla en un lugar de desprestigio y quitarle legitimidad inventando cosas”. Como la foto de Márquez junto al grafiti en el que se lee “hoy desayuné feto” que resultó ser un montaje, según la verificación de Colombiacheck.
En consecuencia, Florian considera que una de las razones por las cuales se reproducen estos discursos es por la “detención del poder” que busca “mantener la dinámica y las asimetrías de poder. Es beneficioso para las personas que han estado ahí durante décadas no dejarse quitar su lugar y si esto los lleva a menospreciar y generar afectaciones a la salud mental y física de las mujeres sin duda alguna lo van a hacer”.
Discursos antiderechos que alimentan el machismo
Arocha cuenta que tras la despenalizacón del aborto en Colombia hasta la semana 24 de gestación, por decisión de la Corte Costitucional, en Karisma identificaron un caso relacionado con las candidatas al congreso: “cuando un hombre apoyaba la sentencia recibía felicitaciones por ser más demócrata y las mujeres que también la respaldaban lo que recibían era comentarios muy odiosos referentes ha ‘han debido abortarla a usted’. Estamos hablando de la misma decisión de apoyo, términos iguales y ¿por qué es tan distinto cuando viene de una mujer a cuando viene de un hombre?”.
Otro discurso que desconoce los derechos de las mujeres fue el de Rodolfo Hernández cuando se refirió a la ley de feminicidios (Ley Rosa Elvira Cely o 1761 de 2015) expresando: “la Corte Constitucional tengo entendido que la tumbó” acompañado de expresiones como “es que aquí el gobierno para solucionar los problemas se inventa delitos” o “una política resolvió hacer una bandera del feminicidio”. Esto desconoce que “el feminicidio es la forma más extrema de terrorismo sexista motivado por odio, desprecio, placer o sentido de propiedad”, según el libro Feminicidio. La política del asesinato de las mujeres y que se explica con detalle en la verficación realizada por RedCheq. Florian añade: “es muy difícil que una persona que aspiraba a ser presidente de Colombia crea que a las mujeres y a los hombres los matan por las mismas razones”.
Florian también explica que “las narrativas que se dan en una red social tan particular como Twitter hacen que una narrativa crezca como una suerte de bola de nieve y se convierta en un discurso de odio y una mentira generalizada. Creo que ahí puede ser el epicentro de estos discursos de odio que también son altamente reproducidos por algunos medios de comunicación hegemónicos que se benefician de esos trends”. Arocha complementa al indicar que así como hay unas violencias que son más claras como “revelar datos personales y sensibles, el acoso, difusión sin consentimiento de imágenes íntimas”, también “hemos visto que la desinformación puede ser una forma de violencia porque habla de desprestigio, habla de poner palabras en la boca que la persona no ha dicho”.
Para Arocha no todos los discursos machistas son discursos de odio, ya que los discursos de odio “generalmente incluyen llamados a la violencia”, dice.
Narrativas misóginas fuera de campaña y fuera de Colombia
Arocha manifiesta que “es claro que se aumentan las violencias en época electoral porque las mujeres son mucho más visibles en ese momento, están exponiendo su campaña, recorriendo el país, incluso se pronuncian un poco más, tienen más interacciones dentro de Internet”, pero esto no significa que una vez terminada la campaña terminen los discursos machistas. Estos permanecen, por ejemplo, comentarios sobre lo qué hablan o cómo hablan algunas mujeres políticas: “a Claudia López o a Paloma Valencia las critican muchísimo por la forma en la que hablan: habla muy duro, grita, es muy hostil. Esto casi nunca pasa con los hombres”, resalta Florian Camargo. Ambas coinciden en que existen coyunturas en las que se presentan auges de los discursos machistas, por ejemplo, cuando están en la agenda nacional temas relacionados con el aborto y durante estallidos como el paro nacional del 2021.
Florian explica que tanto en América Latina como en el mundo entero los discursos machistas permean la política, sin embargo, cuando aumenta la representatividad de las mujeres, ellas mismas desde sus lugares de poder pueden combatir mejor los discursos y las acciones machistas, argumenta, y expone a Chile como ejemplo donde “casi todos los partidos políticos tienen frentes feministas, lo que es muy beneficioso en el marco de que los partidos tienen, en algunas ocasiones, dinámicas muy machistas”.
El estudio El Acoso y la violencia política contra las mujeres en Bolivia, realizado en 2013, identificó que “la primera forma de acoso y de violencia política hacia las mujeres es la presión que se ejerce sobre las concejalas para obtener su renuncia, utilizando un conjunto de métodos violentos. La difamación pública y la discriminación ocupan el segundo y el tercer lugar en los tipos de acoso y de violencia identificados”. Además, “en la medida en que la participación política de la mujer se consolida en el tiempo, la probabilidad de que esta sufra de acoso y de violencia política se incrementa”, concluye dicho estudio.
En cuanto a Estados Unidos, Florian Camargo agrega que en “las elecciones de 2016 todo el discurso de Trump giraba en torno al machismo y a un sistema patriarcal súper complejo”, pero se sumaban también “los ataques hacia Hillary Clinton por cómo se veía, por su edad, por el escándalo con su esposo de infidelidad” y “toda la violencia que sufrió ella es un claro ejemplo de que sin importar que sea un país desarrollado o en vías de desarrollo, si se quiere catalogar así, igual hay violencias, ataques, discursos de odio y discursos machistas que se mantienen”.
Pese a este panorama, Florian Camargo concluye que “aún con las violencias que se sufren reconocemos que las mujeres han hecho un trabajo muy juicioso para, primero, siempre hacer parte de los espacios de decisión, bien sea desde la representación o desde círculos un poco más lejanos, y también una voluntad y una estrategia muy juiciosa para visibilizarse como candidatas y llegar a espacios de toma de decisión”.