El presidente saliente magnificó sus logros en materia educativa, pero en el país persisten problemas estructurales que no se atendieron.
El presidente Iván Duque dio su último discurso durante la instalación del nuevo Congreso y afirmó: “Atendimos el clamor de los jóvenes por una mejor educación, con respuestas sin precedentes. Asignando un presupuesto histórico y otorgando la matrícula gratis a más de 720 mil estudiantes de los estratos 1, 2 y 3 en las universidades públicas de Colombia. Esta es la mayor conquista de gobierno alguno con los jóvenes en las últimas décadas en Colombia”.
En RedCheq contactamos a Mauricio González, Jefe de Prensa de Presidencia, para obtener claridad sobre las fuentes en las que se basó para realizar esta afirmación. Sin embargo, al día de emisión del presente artículo, no obtuvimos respuesta.
Luego de revisar datos oficiales y consultar fuentes expertas en el tema, calificamos la afirmación de Duque como ‘Discutible’, pues aunque sí hubo un aumento en inversión en educación, expertos coinciden en que aún existen problemas estructurales en el sistema educativo que no se atendieron mediante políticas públicas y reformas más amplias.
¿Qué dicen las cifras oficiales?
Las cifras del Ministerio de Educación muestran que, entre el 2018 y el 2020, el gobierno colombiano pasó de invertir 38,5 billones de pesos a 44,1 billones de pesos –un incremento de 5,6 billones (en promedio 2,8 billones por año)–. No obstante, tras el estallido social, el presupuesto llegó a una cifra récord de $47,3 billones en 2021, es decir un incremento de 3,2 billones en un año. Por su parte, para el 2022, el presupuesto destinado fue de 49,2 billones. En términos estrictamente cuantitativos, el gobierno Duque incrementó el presupuesto general de educación 10,7 billones. Además, asignó recursos específicos para el Fondo Solidario para la Educación, que permitió la matrícula gratuita para jóvenes de estratos 1, 2 y 3 en el segundo semestre de 2021.
Sin embargo, debe recalcarse que el mayor incremento en inversión educativa durante el mandato de Duque no fue propiamente una decisión o iniciativa del gobierno nacional, pues la medida se dio justamente luego del estallido social.
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Álvaro Sepúlveda Franco, investigador universitario por 30 años y director de Escuela Ciudadana (una ONG que se dedica a temas de derechos humanos, transformación de conflictos y cultura de paz) plantea que “la respuesta de Duque, tanto a las universidades como a los jóvenes, fue producto de presión. Si miramos las cifras, siempre hay una cifra inicial –donde la deja el gobierno anterior– desde la que se aumenta el presupuesto de la educación y el presidente dice “invertimos”, “es “histórico” o “nunca ha sucedido en ningún gobierno”, pero eso es, inclusive, insuficiente”.
El profesor Sepúlveda considera que “apenas se ha avanzado en los últimos años, y solo se dio a raíz, precisamente, de la reclamación de los propios jóvenes y quedó demostrado con el estallido social, que este gobierno ‘pocas bolas le paraba’ a la educación, este gobierno estableció la matrícula cero para estratos 1, 2 y 3. Hay un hecho claro: los sectores populares de jóvenes de estratos 1, 2 y 3, tienen poco acceso a la educación. Y, ahí los esfuerzos de gobiernos locales, municipales y departamentales, han prestado similar apoyo de matrícula. Por ejemplo, el alcalde de Medellín, ofreció computadores para los estudiantes de grado 11; en Cali hay un proyecto equivalente al de “Ser Pilo Paga”, educación para fortalecer el ingreso a la educación”.
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Por su parte, el profesor emérito de la Universidad del Valle, Alfonso Claret Zambrano, PhD In Science Education del Institute Of Education University Of London y uno de los autores de la política pública para el establecimiento de los estándares básicos en ciencias naturales y sociales del Ministerio de Educación Nacional, plantea: “Si usted revisa el discurso del presidente Iván Duque, él se presenta como adalid de la educación superior por financiar la matrícula de estratos 1, 2 y 3… Pero hay algo de fondo y es que en su agenda de gobierno no aparece el tema: en sus 203 propuestas de su programa no se lee como propósito lo que él hoy en día considera excelente. Queda claro, pues, que el asunto respondió fue a la intervención del movimiento estudiantil que incluyó estas peticiones durante el Paro Nacional”.
Por otra parte, el mismo informe de MinEducación en el que se destaca el aumento en el presupuesto educativo entre 2018 y 2020, cita el análisis de Hernando Bayona, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, quien advirtió que "en los últimos años el sector de educación ha mejorado aunque no a la velocidad que queremos porque faltan unas reformas estructurales”.
Inequidad y desarticulación de los niveles educativos
Disminuir la brecha no solo se trata de inyectarle dinero a la educación superior. El investigador Sepúlveda plantea que se requiere fortalecer la educación pública secundaria ya que es deficiente y sí existe una diferencia de calidad frente al sector privado: “Esto es medible en las pruebas Saber, en el Icfes. Entonces, los colegios privados que son costosos tienen la forma de pagar profesores más calificados, inclusive profesores con maestría y que tienen mejores sueldos. Y, por supuesto, gracias a estos profesores los estudiantes sacan mejores puntajes”.
De forma complementaria, el también investigador Claret Zambrano, plantea: “No se han atendido los sectores de la educación primaria y los colegios, entonces, en el país hay una desarticulación total en el proceso educativo. Hay grandes problemas formativos: no hay continuidad, la preparación de los profesores no es la mejor y el desarrollo de una política pública para la educación primaria y secundaria está olvidada porque no ha hecho parece prioritaria de ninguno de los anteriores gobiernos… Por poner un ejemplo, la oferta de programas para educadores infantiles, hace muy poquito fue que se abrió un programa de este tipo en Univalle(…). En las propuestas de Iván Duque tampoco hubo elementos sólidos para atender a estos sectores”.
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De acuerdo con el informe del Banco Mundial, en 2021 Colombia fue el país más desigual: en términos socioeconómicos ocupó el segundo lugar de países menos equitativos en América Latina y el más alto entre todos los países de la OCDE. Además, fue desigual en acceso a la propiedad, la educación y el empleo formal. Y esta desigualdad aún se refleja en la educación privada y pública del país. “La educación pública secundaria, por múltiples factores es inferior a la educación secundaria privada. Y esto se refleja, posteriormente, en las universidades”, explica el profesor Sepúlveda.
Julián de Zubiría, magíster Honoris Causa en Desarrollo Intelectual y Educación de la Universidad Católica de Ecuador, en entrevista a la Radio Nacional de Colombia, agregaba que: “En Colombia solo el 10 % de los jóvenes de estrato uno llegan a la universidad. Colombia está muy atrás en términos de otros países de América Latina”. De hecho, tan solo en el 2021, se retiraron 243.801 jóvenes de las distintas universidades del país. Si a eso se le suma que las periferias tienen menos acceso a educación de calidad, las brecha entre ricos y pobres se engrandece.
El problema de la deserción
Sepúlveda plantea que el problema de la educación superior en Colombia no solo debería concentrarse en permitir el acceso sino que debería garantizar la permanencia: “el resultado académico de estudiantes indígenas y los afrodescendientes de estratos populares que ingresan a la universidad es bastante bajo y los que ingresan fracasan y no culminan su carrera universitaria(...) Pocos terminan con éxito y tesis laureada. Son casos excepcionales. De acuerdo con los porcentajes, creo que cerca de la mitad se quedan en el camino. ¿Por qué? ¿Cuál es la razón? Y la razón es que la educación del campesino, del afro, del indígena, de la población de estratos populares que estudian en colegios públicos es muy deficiente”.
Si bien Iván Duque incrementó la inversión en educación, los expertos coinciden en que esos recursos no alcanzan para solucionar las brechas de acceso y calidad en la educación secundaria, como tampoco para superar el problema estructural de acceso y permanencia en la educación superior y que, además, dicho incremento en el presupuesto se debió más a la presión social que a una política pública gubernamental.
“El gobierno puede dar todos los estímulos, como “Matrícula cero” o “Ser Pilo Paga”, pero no sirven de nada porque los estudiantes se rajan debido a la educación de secundaria con la que llegan. O, salen debido a una tipo de discriminación social… Además, para esos casos particulares, hay otro tema implícito y es el negocio entre el gobierno y las universidades privadas, un negocio en que el gobierno dice “reciba a estos muchachos y yo le giro matrícula”, concluyó Sepúlveda.