La narrativa de acusar de brujería a los contradictores políticos se ha vuelto frecuente como herramienta de desinformación. El más reciente caso sucedió durante la ratificación del Acuerdo de Escazú, pero no ha sido el único.
Durante la ratificación del Acuerdo de Escazú en el Congreso de la República, el representante a la Cámara por Santander y miembro del partido Centro Democrático, Óscar Villamizar, denunció que en el tercer piso del recinto legislativo algunas personas estaban haciendo brujería con velas y muñecos (ver minuto 2:21:11).
“Arriba están haciendo brujería en el Congreso. Podrán reírse, pero ya les paso las imágenes. Hay velas, muñecos y están quemando en el tercer piso del Congreso. Esto nunca lo habían hecho. Este no es el recinto para hacer eso”, afirmó Villamizar durante el último debate de ratificación del Acuerdo de Escazú, un tratado ambiental regional que contiene disposiciones para la promoción y la protección de los defensores de los derechos humanos ambientales en América Latina, como expresa la Organización de Naciones Unidas (ONU), en su condición de organismo depositario del acuerdo.
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El representante Villamizar, además, publicó en su cuenta de Twitter un mensaje que decía lo siguiente: “¡Esto es el colmo! Con brujería quieren aprobar proyecto en el Congreso de la República. ¿Hasta dónde son capaces de llegar?”. Otras figuras públicas del Centro Democrático, como el representante a la Cámara por el Valle del Cauca, Cristian Garcés (1) y la excongresista Margarita Cabello (2), publicaron mensajes similares en esa misma red social.
A raíz de las denuncias de brujería, aparecieron versiones que aclaraban que lo que estaban haciendo algunos asistentes al debate no era un acto de brujería y que el supuesto muñeco vudú era realmente el popular Frailejón Ernesto Pérez, un personaje animado creado por Piragna y RTCV-Señal Colombia para representar el cuidado del medioambiente. En redes sociales también se publicó una imagen de los objetos que tenían las personas acusadas del acto de brujería.
En la imagen se pueden identificar distintos objetos: varios frascos de vidrio, tarros pequeños de plástico, una ‘mandala’ tejida en forma circular, una botella de agua, dos totumas, un velón encendido y una cuchara de madera sujetada con semillas. También se puede ver al muñeco Frailejón Ernesto Pérez.
Una de las mujeres que lideró este pequeño ritual es Liliana Novoa, docente y activista ambiental de la Red Conejera, una red de colectivos que trabaja por el cuidado y protección del humedal La Conejera, ubicado en la localidad de Suba (Bogotá). RedCheq se comunicó con ella y nos explicó que no se trataba de un acto de brujería, como denunciaron el congresista Óscar Villamizar y otros parlamentarios.
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“Somos activistas ambientales de la localidad de Suba y hacemos parte de muchos colectivos que hacen la labor de protección y restauración de los ecosistemas en La Conejera. Sabíamos que ese día se podía ratificar el Acuerdo de Escazú en el Congreso, entonces decidimos hacer una práctica ancestral de la cultura Muisca, cuya intención solo era enviar la mejor energía para la ratificación del Acuerdo”, aseguró.
“No somos parte de la comunidad Muisca, pero sí hemos participado en acompañamientos ambientales y espirituales que ellos nos han dado a nosotros y nosotros a ellos en la localidad de Suba. Por eso cada que vamos a participar de una actividad nosotros nos guiamos por la abuela Hicha Caca Blanca, quien es nuestra guía espiritual dentro de la cultura Muisca. Ella nos ha enseñado que siempre debemos pedir permiso antes de entrar a cualquier espacio y siempre llevar los cuatro elementales: la tierra, el agua, el aire y el fuego”, agregó Novoa.
¿Qué significan los objetos que usaron?
Liliana precisó que varios de los objetos que se ven en la imagen hacen referencia a los cuatro elementales de la cosmovisión indígena, por ejemplo, el velón encendido, las botellas con agua y algunas medicinas ancestrales que llevaron en frascos de plástico. Justamente, en el sitio web de uno de los cabildos indígenas de la comunidad Muisca en Bogotá se explica que estas comunidades “cantan, danzan y ofrecen sus rituales más representativos para agradecer por las cosechas, en un canto de retribución a los elementos sol, tierra, aire, fuego y agua, que son las partes vitales de su vida y cultura ancestral para mantener el equilibrio natural”.
Finalmente, Novoa manifestó que la ‘mandala’ que aparece en la imagen había sido tejida previamente por ella junto con sus estudiantes y que la cuchara de palo es una sonaja con semillas que le regaló una amiga artesana con algunos símbolos de la cultura celta pintados sobre la madera. “Fue una práctica ancestral que siempre hemos hecho en muchos lugares, incluso en recintos cerrados, pero nunca nos habían puesto problema. En ningún momento se trató de brujería”, concluyó.
Cabe resaltar que una de las localidades bogotanas que tiene gran historia de los indígenas muiscas es Suba. En el marco de la Constitución de 1991, esta comunidad consiguió el aval legal del Ministerio del Interior para constituirse oficialmente como el primer cabildo indígena urbano, como se explica en la página web del Cabildo Indígena Muisca de Suba, donde también se advierte que sus miembros han tenido que enfrentar históricamente una lucha contra la rápida urbanización y la usurpación de sus territorios.
La estigmatización de la cultura indígena
La narrativa de acusar de brujería a los contradictores políticos se ha vuelto frecuente desde las pasadas elecciones presidenciales en Colombia. Aunque el más reciente caso sucedió durante la ratificación del Acuerdo de Escazú, no ha sido el único caso en el que la diversidad cultural y política ha sido objeto de estigmatizaciones. A Gustavo Petro, Francia Márquez y al Pacto Histórico los han relacionado con prácticas de brujería, santería e incluso satanismo.
Por ejemplo, un caso de desinformación se dio en redes sociales durante la campaña electoral (1, 2), cuando circuló una foto en la que supuestamente la vicepresidenta electa, Francia Márquez, estaba practicando santería o brujería en mitad de una ofrenda de flores, frutas, semillas y velas encendidas. Sin embargo, Colombiacheck confirmó que la foto fue sacada de contexto, pues realmente fue tomada durante un evento de la comunidad indígena emberá al que asistió la entonces candidata y lideresa ambiental en su visita a Florencia, Caquetá. Durante la campaña presidencial, en WhatsApp también circuló un mensaje de audio en el que tildaban a Márquez como “la bruja mayor”.
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María Argensola Quintero, miembro de la comunidad emberá y líder indígena de Florencia (Caquetá), explicó en ese momento el significado de algunos de los símbolos que se usaron en el evento al que asistió Márquez. “Yo trabajo ‘mandala’ hace muchísimos años, igual que mis compañeras indígenas. Para nosotros, el mandala es la herramienta de trabajo para la sanación del alma, el cuerpo, el espíritu y la mente. Para conectarnos con la Pachamama y de acuerdo al espacio donde estamos. A donde yo llego, abro mandala. Eso no es satánico”, advirtió Quintero, mientras aclaraba que en el evento también usaron palos de agua, tamboras, kena, sonajeros y esencias de eucalipto o romero para cantar cantos de conexión al universo.
Consultamos a Sergio Hernández, sociólogo de la Universidad del Valle con maestría en Sociología y Antropología de la Universidad Paris Diderot, quien comentó que “las acusaciones de brujería en Colombia son de larga data. Un primer elemento de análisis es que la religión ha jugado un papel central debido al uso que ha hecho el Centro Democrácito de las creencias católicas o protestantes para definir y generar identidades en torno a las propuestas de país que les interesa”. De acuerdo con su análisis, lo anterior ha propiciado que se difunda desinformación sobre prácticas culturales, espirituales y políticas diferentes a las católicas o protestantes.
El análisis completo de este tipo de estigmatizaciones que generan desinformación puede ser consultado en el especial de RedCheq titulado Discursos de odio: ¿por qué desinforman y son un peligro en la política? Ahora bien, otro ejemplo relacionado con acusaciones de brujería sucedió cuando en redes aseguraron que Gustavo Petro asistió a una manifestación pública en septiembre de 2021 en la que supuestamente usó un bastón o báculo que "llevan brujos y chamanes santeros", aunque realmente se trataba de un bastón de mando de los indígenas Nasa del Cauca.
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En el artículo de verificación sobre ese tema se explicó que el ‘Bastón de Mando’ es un símbolo de la resistencia indígena que ha ganado visibilidad por las labores de vigilancia y protección promovidas por la Guardia Indígena, una fuerza de protección de las comunidades que cuenta con 8.000 defensores en el país. La función de estos bastones también es la de cuidar a sus coterráneos, a la justicia y a la naturaleza.
Este tipo de narrativas de desinformación también se vieron reflejadas en una acusación contra Petro cuando era candidato presidencial, en la que se afirmaba que él había reconocido en un discurso público que tenía un pacto con satanás. No obstante, RedCheq confirmó que habían editado y manipulado un video para hacer creer que el líder del Pacto Histórico tenía un pacto con el diablo, aunque realmente nunca dijo eso. Finalmente, pocos días antes de la posesión presidencial el 7 de agosto, en redes sociales circuló un video en el que una mujer denunciaba que supuestamente el Pacto Histórico tenía preparados pactos satánicos y rituales de brujería para darle la bienvenida al presidente en la Casa de Nariño. En esa ocasión Colombiacheck también comprobó que eran acusaciones falsas.
Por último, el sociólogo Sergio Hernández concluye que “algunos actores políticos usan estrategias para desinformar y generar fake news sobre las prácticas espirituales o políticas de la izquierda. En ese sentido, buscan exacerbar miedos y sesgos que históricamente han estado presentes en la sociedad colombiana y en gran parte de la cultura occidental”. Según él, en el país han emergido nuevas fuerzas políticas, que no necesariamente hacen parte del Centro Democrático, pero que también han usado elementos asociados a la religión para generar identidades en la política colombiana y discriminar prácticas que no se enmarcan en su visión de país.