Desde nuestro nacimiento en 2019 como Red Nacional de Chequeadores, hemos hecho seguimiento a las desinformaciones que han circulado en las elecciones territoriales y hemos podido constatar que aún en 2023 persisten las mismas narrativas y los mismos métodos de medición electoral alterados con la motivación de generar confusión en las ciudadanías que están expuestas a este tipo de contenidos.
El próximo 29 de octubre se adelantarán los comicios regionales, en los que más de 39 millones de colombianos podrán elegir, entre 128.105 candidatos, a 32 gobernadores, 1.102 alcaldes, 12.072 concejales, 418 diputados y 6.885 ediles, informa la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Al igual que hace cuatro años, en esta campaña se destacan las encuestas falsas, los falsos sondeos, las falsas decisiones del CNE, las imágenes y los vídeos manipulados, las cadenas de WhatsApp con información engañosa e incluso usuarios que suplantan a medios de comunicación con propaganda engañosa en redes sociales. Por ello, aquí te contamos cómo, a pesar de que se han sofisticado los formatos, aún persisten las intenciones de divulgar desinformaciones.
Es importante mencionar que según la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en su ‘Guía para garantizar la libertad de expresión frente a la desinformación deliberada en contextos electorales’, afirman que la desinformación electoral es un fenómeno de creciente relevancia en los procesos democráticos en nuestra región se le denomina desinformación en elecciones a la difusión deliberada de información falsa o engañosa con el fin de influir en la opinión pública o de generar confusión en ella. Esta puede tener diferentes objetivos, como favorecer a un candidato o a un partido político, desacreditar a un rival o a una institución, polarizar a la sociedad o movilizar a determinados sectores en contra o a favor de alguien.
Además, las fuentes de desinformación pueden ser diversas e incluso pueden incluir actores estatales o no estatales, medios de comunicación, usuarios de redes sociales, plataformas digitales, bots, trolls o ciudadanos individuales.
La desinformación se aprovecha de la facilidad y rapidez con la que se puede difundir información en el entorno digital, así como de la falta de verificación o de criterio por parte de las audiencias. Además, puede generar consecuencias negativas en el proceso electoral, tales como reducir la participación, alterar el voto, generar violencia o socavar la legitimidad de los resultados.
La desinformación con los métodos de medición electoral
Según el Consejo Nacional Electoral de Colombia, existen herramientas fundamentales de investigación que permiten obtener datos y opiniones de una muestra de la población. Entre ellas destacan las encuestas, que tienen un trabajo técnico detrás para ser representativas, y los sondeos de opinión, que son menos formales.
Al respecto, es imperativo analizar los números con un enfoque riguroso. Un ejemplo de ello es ver la ficha técnica de las encuestas, que debe incluir detalles sobre su financiación y otros requisitos estipulados por el Estatuto de Partidos Políticos y el Consejo Nacional Electoral (CNE), ante el que deben registrarse.
La investigación “Técnicas de Muestreo sobre una Población a Estudio” de Carlos Manterola y Tamara Otzen indica que la representatividad puede lograrse mediante diversos métodos. Destacan que el azar desempeña un papel crucial al garantizar que cada potencial votante tenga igual probabilidad de ser encuestado. Asimismo, mencionan la estratificación, como un método que consiste en establecer un número de entrevistas por regiones o grupos específicos (como género, edad o situación socioeconómica) para que se ajusten a la realidad del país o la región estudiada.
Un ejemplo de ello es lo que sucede con los sondeos de opinión que en algunos casos son presentados como encuestas certificadas sin siquiera soportes que legitimen la medición, tal como sucedió con nuestro Sondeo digital sobre intención de voto a la Alcaldía de Barranquilla no prueba que Bohórquez “sube” en donde demostramos que el contenido no es una encuesta, sino un formulario web que no cumple con los requisitos mínimos legales o los criterios técnicos necesarios para este tipo de estudios de opinión electoral en Colombia.
Otro ejemplo similar fue lo que sucedió recientemente en nuestro chequeo Encuesta electoral de Medellín atribuida a El Espectador por Rodolfo Correa se publicó por pauta, en ella logramos establecer que la encuesta en realidad era un contenido pautado por una encuestadora, bajo el modelo comercial de “publicidad política pagada”.
Otra forma de desinformar es la divulgación de encuestas desactualizadas para favorecer algún candidato, tal como sucedió en nuestro chequeo “Encuesta de intención de voto en Cali, publicada por Roberto Ortiz es real, pero desactualizada”.
Además, hemos identificado otro patrón de desinformación que se centra en la usurpación de la identidad de las empresas encuestadoras reconocidas para divulgar falsas mediciones. Así sucedió este año con nuestro chequeo “Circula falsa encuesta de intención de voto a la Gobernación de La Guajira”, que usaba el nombre de Datanálisis, o hace cuatro años con el contenido “Encuesta de CNC en la que lidera Miguel Uribe es falsa”.
Otro ejemplo de este tipo es lo que sucedió hace cuatro años, con la suplantación de una firma encuestadora: “Invamer no ha realizado encuestas en Nunchía, Casanare”. La firma desmintió públicamente la autoría de esa encuesta.
Otro de los patrones que logramos identificar es la presentación de resultados en gráficas ajustadas a los intereses de los candidatos, no a los datos, como lo demostramos en el chequeo: “Gráfica de campaña de Rodrigo Lara sobre encuestas de intención de voto en Bogotá es engañosa”, aquí el objetivo de esa desinformación es “favorecer al candidato en su aparente ascenso”.
Otras desinformaciones que son recurrentes son las mediciones hechas en redes sociales y que se toman como si fueran representativas de la población, cuando no es así. Estas pueden incentivar la participación desde una perspectiva sesgada, ya que en ese tipo de escenarios sucede “el efecto del algoritmo”, lo que quiere decir que las personas que siguen a ciertos creadores de contenido probablemente compartan opiniones similares o tengan una visión política afín. Así las cosas, es altamente probable que, como resultado, reciban y respondan a encuestas que reflejen esas opiniones.
En nuestro explicador “Descifrando las claves electorales en Colombia: Los métodos de medición electoral”, detallamos cómo estas supuestas mediciones, a pesar de que se presentan como auténticos métodos, no lo son. Tal como sucedió en el chequeo en abril del 2022, cuando el senador Jonathan Pulido, conocido como ‘Jota Pe’ Hernández, publicó los resultados de un sondeo que hizo a través de Facebook sobre la intención de voto en la primera vuelta presidencial; lo que resultó cuestionable porque, si bien el congresista afirmaba que no era una encuesta certificada, la defendía como si lo fuera.
Por ello tal como lo detalla nuestro explicador ya mencionado, para mitigar este sesgo, los expertos sugieren que al publicar las encuestas, estas sean presentadas como anuncios dirigidos a un público más amplio que incluya a personas con diferentes posiciones políticas. Sin embargo, en muchos casos, durante el proceso de recolección de datos, eso no es algo que se cumpla, sobre todo si se tiene en cuenta que en este tipo de casos no se divulga el nombre de los responsables de estos contenidos de manera pública en la biblioteca de anuncios de Meta, en donde han preestablecido que siempre se debe incluir información adicional sobre estos anuncios, quién los financió, la cantidad de dinero gastado y el alcance que tuvo el anuncio en diferentes áreas demográficas, para ofrecer información detallada acerca de la autoría de este tipo de contenidos Lo que quiere decir, que las estadísticas disponibles en las redes sociales no ofrecen el mismo nivel de detalle de las herramientas de análisis como Google Analytics, con la información detallada de los seguidores de una página.
Falsas decisiones de del CNE
Estas desinformaciones se divulgan como supuestas decisiones del Consejo Nacional Electoral, presentando supuestas resoluciones, cuando en realidad esa entidad no ha emitido tales decisiones, como lo presentamos en el chequeo de 2019 “Los montajes de decisiones del CNE que se difunden en redes”. Allí presentamos cómo se diseñan falsas resoluciones para confundir a la ciudadanía en relación a la postulación del candidato de su preferencia.
Algunos ejemplos de hace cuatro años fueron: “Candidato conservador a la alcaldía de Tuluá no ha sido inhabilitado por el CNE” o “CNE no ha revocado la inscripción de candidato a la Gobernación de La Guajira”.
Suplantación de medios, candidatos o partidos
La suplantación es un método de divulgación de informaciones ficticias o engañosas que se presentan bajo la apariencia de noticias legítimas, usando la imagen de medios, personas o entidades reconocidas.
Un ejemplo es una desinformación que chequeamos en medio de la campaña a la Gobernación del Santander: “Es falso que el excandidato presidencial Rodolfo Hernández haya muerto el 6 de mayo de 2023”, pues el contenido se hacía pasar por una noticia de Blu Radio con su logo. También hicimos un chequeo al falso titular en donde se señala al candidato a la Alcaldía de Bogotá Juan Daniel Oviedo de estar investigado por su anterior trabajo: “El Tiempo no publicó que Juan Daniel Oviedo es investigado por corrupción en el DANE”.
Otro caso que se destaca es el del titular falsamente atribuido a Vanguardia sobre que el Partido Conservador le había negado la renuncia a un precandidato a Alcaldía de Piedecuesta, que era un montaje con el mismo tipo de letra del medio de comunicación.
Otro ejemplo es el de la usurpación de logos de la campaña de un candidato a la Gobernación de Santander, como sucedió esto hace cuatro años con el falso comunicado de prensa “Carta con membretes de Leonidas Gómez que circula por redes es falsa: no se está retirando”.
Otro tipo de desinformaciones son los montajes
Los fotomontajes son imágenes falsas. Son imágenes editadas o manipuladas, incluyendo gráficos de medios con citas inventadas de candidatos o políticos.
A modo de consejo, para identificar un fotomontaje, sugerimos hacer una búsqueda inversa de la imagen para determinar si ha sido previamente publicada y verificada. Eso se hace con un clic derecho sobre la imagen, seleccionando la opción “Buscar imagen en Google”, allí se puede adelantar la búsqueda. También, sugerimos analizar el contexto de la imagen; por ejemplo, si esta se atribuye a un lugar específico, puedes utilizar objetos visibles en la imagen para verificar su autenticidad.
A pesar de que la búsqueda inversa no siempre ayuda a encontrar la imagen que estamos verificando, sí permite descubrir imágenes similares que puedan revelar manipulaciones en la fotografía compartida, tal como sucedió con la imagen del candidato a la Gobernación del Cauca, James Urrego, junto a Nicolás Petro, en nuestro chequeo “Foto de Nicolás Petro con James Urrego, candidato a la Gobernación de Caquetá, es un montaje”. Allí mostramos cómo, a partir de una búsqueda inversa de la foto, encontramos la imagen inicial donde aparece Nicolás con su padre, el presidente Gustavo Petro, y así desmentimos lo afirmado en redes sociales por los incógnitos usuarios.
Por otra parte, los videomontajes son contenidos audiovisuales adulterados que combinan y superponen imágenes, audios y videoclips para crear montajes que parecen reales a las audiencias.
A dos meses de las elecciones esos son los tipos de desinformaciones que más se han divulgado y han sido monitoreados por nuestro equipo de Redcheq en las cinco regiones del país.